En el curso pasado, cuando estaba en 3º de ESO y me
dieron la matrícula para el curso siguiente y vi la asignatura de Ética, pensé
que iba a ser una clase muy aburrida. Sin embargo, han pasado nueve meses desde
que empezaron las clases y la opinión que tenía sobre la asignatura ha ido
cambiando poco a poco a mejor.
Ahora, que el curso esta a
punto de terminar, he llegado a la conclusión de que la asignatura de Ética
sirve para algo y los viernes se hacen más amenos desde que tenemos dicha
asignatura. En apenas cincuenta y cinco minutos de clase nuestro profesor,
Enrique P. Mesa nos ha enseñado, entre otras muchas cosas, lo que son y como
alcanzar los valores morales así como cuál es el problema de la felicidad.
Mi calificación de esta clase
es, por tanto, muy positiva. La manera que tiene el profesor de dar su
asignatura, en mi opinión es excelente, pues como dice él, a poco que escuchemos, aprendemos. Y es
que, en el momento que Enrique entra en el aula y pinta en la pizarra su famosa
“línea”, todo el mundo se calla; entonces el profesor empieza a hablar y creo
que es de las pocas clases en la que los alumnos se mantienen en silencio y
aprenden más. Además, como pone ejemplos de la vida real y de las cosas que nos
pueden ocurrir en el futuro, se asimilan mejor los conceptos y disfrutamos de
la clase aprendiendo.
En definitiva, creo que esta
clase es la que mejor aprovechamos.